Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». Filipenses 4:7.
Mientras escribo estas palabras en esta mañana, en este día, quiero expresar que la paz de nuestro Dios, Jehová de los Ejércitos, sobrepasa todo entendimiento. Te invito a levantar tus manos y decirle a tu Padre Celestial que renuncias a todo lo que no te ha permitido avanzar. Su paz llenará tu corazón y tu vida.
Asimismo, recordaba lo sucedido en el día de Pentecostés, «…cuándo estaban todos unánimes juntos, y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu daba que hablasen.» (Hechos 2: 2-4).
La fotografía que compartimos hoy es un reflejo de la transformación especial que ocurre en nosotros cuando somos llenos del Espíritu Santo: «…pero recibireis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8).
Finalmente, las palabras que expresamos son una manifestación de la armonía y el poder que emanan de la presencia divina, del trono de nuestro Dios. A veces, lo más apropiado es guardar silencio y permitir que esa presencia hable por sí misma. En otras ocasiones, es nuestro deber expresar la sabiduría y el poder de nuestro Dios, sirviendo como sus voceros en este mundo.