Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios, por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. – 1 Juan 3:1 – RVR 1960.
La noticia más relevante en tu vida, sin lugar a dudas, es que eres un hijo de Dios. Cabe destacar que, en la Biblia, los términos de género incluyen tanto al masculino como al femenino. Hoy es un día muy especial para ti, ya que antes eras simplemente una criatura del Padre. Pero qué gran amor nos ha dado Él, que ahora seamos llamados hijos de Dios. No es que nosotros hayamos amado a Dios primero, sino que Él nos amó primero y se sacrificó por nosotros. «El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8:32). «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos Dios» (Romanos 8:16).
Es verdaderamente asombroso que seamos reconocidos como hijos de Dios. Esta designación nos otorga una identidad auténtica y significativa. Como hijos de Dios, no somos simplemente creaciones, sino que compartimos una relación profunda y personal con Él. Esta relación nos eleva a la posición de coherederos junto con Yeshúa (Jesús), el Hijo de Dios. Esto significa que compartimos en las bendiciones, promesas y herencia eterna que Dios ha reservado para su Hijo. En resumen, ser llamados hijos de Dios es un honor inmenso y una afirmación de nuestro valor y propósito en la vida.