La infabilidad de la Escritura se refiere a la firme convicción de que no puede fallar y significa que es incapaz de cometer error.
¿Por qué debemos creer en la infabilidad de la Palabra de Dios Padre?
La inspiración de la Escritura: La Escritura es la Palabra de Dios inspirada por Él y guiada por el Espíritu Santo, que movió a los escritores humanos a escribir sin error ni contradicción, usando sus propios estilos, culturas y experiencias. «porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.»2 Pedro 1:21 – RVR 1960.
La infalibilidad de la Escritura: La Escritura es completamente fiable y verdadera en cada parte y en cada palabra, porque Dios no puede mentir ni engañar. «Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» Números 23:19 – RVR 1960.
La autoridad de la Escritura: La Escritura es el testimonio de Dios mismo sobre sí mismo y sobre su plan de salvación para la humanidad. La Escritura revela lo que nadie podría saber por sí mismo, y lo que nadie puede contradecir con certeza. La Escritura es la base de nuestra fe y nuestra guía para la vida. «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» Hebreos 4:12 – RVR 1960.
La evidencia de la Escritura: La Escritura afirma su propia inspiración e infalibilidad, y esta afirmación es fiable porque proviene de Dios. Los escritores del Antiguo y del Nuevo Testamento reconocieron las palabras de la Escritura como las palabras de Dios. La historia de la iglesia y el testimonio de los creyentes confirman la veracidad de la Escritura. «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia». 2 Timoteo 3:16 – RVR 1960.
¿Cuál es el propósito de la Escritura?
El propósito de la Escritura es enseñarnos a amar a Dios Padre sobre todas las cosas, y amar al prójimo como a nosotros mismos. Asimimo, nos enseña a ser compasivos, misericordiosos, amigables, no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición sino por el contrario nos enseña a bendecir. «Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.« 1 Pedro 3:8-9. La Escritura nos enseña la ética, la moral y las buenas costumbres. Ella nos indica el camino de la salvación, tiene un propósito divino: llevar a la gente a Jesús, el Mesías. La Biblia debe ser accesible para todos.
Tomando la leche espiritual no adulterada de la Escritura, nos estamos alimentando espiritualmente; así nos aseguramos un sano y constante crecimiento. La Escritura, es sin engaño, sin trampas, expuesta para el crecimiento de los creyentes en el hombre interior.
En el Libro de 1 de Pedro 2:1-3, leemos:
«Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.»
¿Cómo aprender la Escritura para aplicarla a tu vida diaria?
Para aplicar la Escritura a tu vida diaria, debes leerla, memorizarla y meditarla diariamente. También, puedes asistir a una iglesia local donde se enseñe La Biblia y se predique la verdad del evangelio. Además, puedes orar para que Dios Padre te de sabiduría, discernimiento y revelación para entender su Palabra y aplicarla a tu vida.
En resumen, debemos aprender y aplicar en nuestra vida todos los mandamientos y principios contenidos en la infalible Palabra de Dios Padre. Así nos libertará de todas las iniquidades y maldades, que provienen de nuestra vieja naturaleza caída. Ahora, estando a los pies del Maestro somos nuevas criaturas, dispuestos para toda buena obra. «a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.» 2 Timoteo 3:17.