«Acordaos de las maravillas que él ha hecho, De sus prodigios y de los juicios de su boca». Salmo 105:5.
Las Escrituras Sagradas nos instan constantemente a recordar todas las bondades que nuestro Dios Padre ha realizado en nuestro favor. Debemos darle gracias y difundir todas las obras que el Señor ha realizado por su pueblo (1 Tesalonicenses 5:18).
La inmensurable bondad de nuestro Dios Padre se despliega eternamente sobre su amado pueblo Israel y de todos aquellos que, con un corazón sincero, invocan su sagrado nombre, siempre serán testigos de su divina benevolencia.
Por esta razón, es imperativo que expresemos nuestra gratitud a nuestro bondadoso Padre, porque su misericordia es eterna.
Como dice el cántico armonioso, de uno de los agradecidos de la bondad de Dios: «Que sería de mí, si no me hubieras alcanzado, dónde estaría hoy, sino me hubieras perdonado…».