Holocausto

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Aún recuerdo, siendo un niño de apenas siete años, la primera vez que vi una película sobre el Holocausto judío. Una horrenda y triste historia sobre la mayor masacre o genocidio diseñado, conocido como ‘la solución final’, perpetrado y ejecutado por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial contra el pueblo semita, donde fueron asesinados más de seis millones de judíos.

El Holocausto o Shoá es una horrenda historia que nunca podemos ni debemos olvidar. Actúa como una alerta constante que nos recuerda la naturaleza caída del hombre, capaz de cometer atrocidades inimaginables, como fue el caso de las mentes malignas de Adolf Hitler y sus seguidores.

Sin embargo, la plena libertad de esta naturaleza caída solo se puede alcanzar a través del arrepentimiento y la fe en el verdadero Mesías: Yeshúa Ha Mashiach (Jesús, el Mesías).

Además, estamos seguros de que las evidencias recolectadas por los organismos competentes de la época sobre el Holocausto constituyen una historia sin precedentes, incomparable con cualquier otro acontecimiento del siglo pasado y de la historia reciente. El término correcto para describir esta horrenda historia es ‘Shoá’, que significa ‘la Catástrofe’.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, y con las evidencias recolectadas por los organismos internacionales competentes sobre el asesinato y ejecución de seis millones de judíos, entre otras personas de diversas nacionalidades, se logró la aprehensión, encarcelamiento y, en muchos casos, la pena de muerte de los autores del Holocausto. Esta fue la aplicación de la justicia humana; pero existe una justicia superior, sin titubeos ni sobornos: la justicia divina, donde cada ser humano dará cuenta de lo bueno o malo que hizo mientras estuvo en el cuerpo.

Ahora bien, la sentencia final de El Juez Justo será la condenación eterna de todas aquellas personas que hicieron lo malo y no se arrepintieron. Es preciso aclarar que todos los agresores o asesinos de personas, en cualquier situación, vivieron las consecuencias de sus malas acciones en la vida presente. En la vida venidera, las consecuencias serán eternas: el lago que arde con fuego y azufre.

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